viernes, 14 de julio de 2017

3. Tres obras inéditas del pintor y escultor polaco Antonio Luschinsky (1767-1833) en Badajoz. Nuevas atribuciones.

3.

Tres obras inéditas del pintor y escultor polaco Antonio Luschinsky (1767-1833) en Badajoz. Nuevas atribuciones.

© Pedro Castellanos
14 de julio de 2017 
(Actualizado 22 de marzo de 2020)

Biografía
Se inicia la estirpe de estos pintores y militares vecinos de Badajoz con Antonio Luschinscky (1) o Luschinsqui, cuyo apellido hispanizó más tarde por Lucenqui. Era hijo de los polacos Matías Luschinscky y Bárbara Semmitigen. Nació en una ciudad polaca entonces (desde 1991, tras el colapso de la Unión Soviética, forma parte de la actual república de Ucrania) llamada Kołomyja (Colomia en español), donde fue bautizado el 1 de septiembre de 1767 con el nombre de Antonio, por su padrino, que fue su primo Antonio Luschinsky. Kołomyja, que hoy tiene poco más de 60.000 habitantes, perteneció a una antigua región polaca llamada Galitzia o Galicia de los Cárpatos, que más tarde fue dividida entre Polonia y Ucrania (2). Antonio sirvió en el Ejército durante seis años en el tercer batallón del Regimiento de las Reales Guardias Walonas, y tras este periodo se asienta en Badajoz, donde compartía oficio desde hacía unos 15 años con su paisano Josef Folnay, subteniente y capitán de llaves con agregación a la plaza de Badajoz, de unos 51 años de edad. También con Félix Hofmaier, que conocía a Antonio de vista y trato de ocho para nueve años. Seis cuando sirvió al rey en las Reales Guardias Walonas y de dos a tres años de que llegase a Badajoz.

Se da fe del real servicio de Antonio en Madrid el 19 de diciembre de 1802, firmada por Josef Bureau, teniente general de los reales ejércitos de su majestad, teniente coronel y director del Real Cuerpo de Guardias de Infantería Walona, por ausencia del coronel y príncipe de Castelfranco. Desde Kołomyja partió hacia España en 1795 y era vecino de Badajoz desde 1801 aproximadamente. Contrae matrimonio en Badajoz en abril-mayo de 1803, probablemente en la parroquia castrense de Santa María la Real (San Agustín) con Juana Francisca del Carmen Martínez Rodríguez (a veces se la cita como Juana Martínez de Castro), vecina de Badajoz desde muy corta edad, donde la había criado su primo-hermano, el escribano de Badajoz José López Martínez. Era hija de Juan Martínez y de Manuela Rodríguez (citada después como Manuela de Castro). Juana había nacido en la localidad pacense de Zafra el 29 de agosto de 1773. Fue bautizada en la parroquia de la Candelaria el 9 de septiembre siguiente, siendo el padrino su abuelo Francisco Rodríguez.


 Los cuatro Padres de la Iglesia latina: san Ambrosio, san Jerónimo, san Agustín y san Gregorio el Grande. Retablo mayor de la parroquia de Santa María la Real (San Agustín) de Badajoz. 1818.

Firma de Antonio Lusenqui al pie de la pintura de san Jerónimo.


Juana Martínez fallece en la calle Bodegas de los Padres (actual Soto Mancera) de Badajoz el 3 de enero de 1843 a los 69 años de edad de una diarrea crónica, siendo ya viuda y no testó por ser pobre. Fue enterrada en el «Campo Santo», hoy cementerio de San Juan Bautista. Antonio Lucenqui fallece en Badajoz el 16 de septiembre de 1833 a los 66 años de edad (no a los 73 como figura en su partida de defunción) en la calle de la Moraleja nº 11, hoy calle Ramón Albarrán. Solo pudo recibir el sacramento de la Penitencia (confesión), por la prontitud de la enfermedad que le causó la muerte. No testó por ser pobre al igual que su mujer, algo que llama la atención después de haber sido militar, pintor y escultor. Se cita que su cadáver fue sepultado en el cementerio. Supongo que era el de la Luneta, pues el cementerio de San Juan Bautista o cementerio Viejo del cerro del Viento se inauguró en 1839, donde sí se enterró su esposa. Antonio Lucenqui y Juana Martínez tuvieron seis hijos:


1. José Antonio María Francisco de Sales Luschinsky Martínez. Nació en Badajoz el 25 de enero de 1804 y se bautizó el 31 del mismo mes en la parroquia del Sagrario de la catedral.

2. María Teresa Luisa Soledad Lucenqui Martínez. Nació en Badajoz el 19 de agosto de 1805 y se bautizó en la parroquia del Sagrario de la catedral dos días después.
3. Rafael Luschinsqui o Lucenqui Martínez. De él ya hablé anteriormente.
4. Juan María Baldomero Lucenqui Martínez. Nació en Badajoz el 27 de febrero de 1809 y se bautizó en la parroquia del Sagrario de la catedral un día después. Contrajo matrimonio en la parroquia de San Andrés de Badajoz el primero de diciembre de 1835 con la badajocense María Damiana Díaz Fuentes (María Damiana Díaz Mendoza), hija de Juan Díaz y de Antonia Mendoza. En segundas y últimas nupcias contrajo matrimonio en la misma parroquia el 3 de agosto de 1846 con la badajocense Catalina Garrote Barrantes, de 25 años de edad. Era hija de Roque Garrote, natural de Valdunquillo (Valladolid) y de la badajocense Josefa Barrantes López. Catalina Garrote Barrantes falleció en Badajoz a los 78 años el 5 de marzo de 1898 en la calle Calatrava nº 1, hoy calle López Prudencio. De este segundo matrimonio de Juan con Catalina tuvieron tres hijos:
4.1. Juan Lucenqui Garrote. Maestro de escuela, con domicilio en la entonces calle Calatrava nº 1, bajo, (hoy calle López Prudencio) donde falleció soltero y sin testar a los 72 años el 30 de octubre de 1922.
4.2. Walda Lucenqui Garrote. Nació en Badajoz el 16 de mayo de 1847. Fue una famosa escritora y profesora de la Escuela Práctica Graduada, aneja a la Escuela Normal de Maestras de Badajoz. Falleció viuda en su domicilio de la calle Sepúlveda nº 7 a los 76 años el 22 de junio de 1923. Estuvo casada con Miguel Pimentel Donaire, profesor de la Escuela Normal del Hospicio de Badajoz, que falleció en Badajoz a los 70 años el 25 de junio de 1915. Tuvieron cinco hijos: Miguel Pimentel Lucenqui, natural de Badajoz y domiciliado en la calle Sepúlveda nº 7. Se casó en la parroquia de San Andrés de Badajoz a los 37 años el 20 de agosto de 1923 con María de la Soledad Hernández Montagut, de 50 años de edad, natural de Huelva (profesora de música de la Escuela Normal de Maestras de Badajoz), hija de los difuntos onubenses Jerónimo Hernández Reyes y María de los Dolores Montagut Martín; Vicente Pimentel Lucenqui; Walda Pimentel Lucenqui, fallecida en Madrid en noviembre de 1888 a los 7 años de edad; Adelia Pimentel Lucenqui y Waldo Pimentel Lucenqui (alias Waldino).
4.3. Valeriano Lucenqui Garrote. Nació en Badajoz el 14 de abril de 1857, fue teniente coronel del Regimiento de Infantería de Gravelinas, ya retirado en 1919. Fue también concejal del Ayuntamiento de Badajoz junto al alcalde Antonio del Solar. Al parecer, suya fue la idea de ampliación de los accesos laterales de puerta de Palmas de la entonces plaza de Alfonso XII, hoy Reyes Católicos, que eliminaron las verjas que hoy se encuentran en el parque de Castelar debido al aumento del tráfico rodado en 1931. Se casó en Badajoz a los 33 años el día 1 enero de 1891 en la iglesia de Santo Domingo con Laura Pasalodos Moreno, nacida en Vélez-Málaga (Málaga) el 21 de marzo de 1871. Ella era hija de Pedro Pasalodos Fernández-Montoya y de Carmen Moreno Lucenilla. Laura falleció en su domicilio de Badajoz el 8 de mayo de 1947. Valeriano falleció en Badajoz a los 82 años el 30 de enero de 1940 en su domicilio de la calle Menacho nº 24, principal. Valeriano y Laura tuvieron cuatro hijos:
4.3.1. Carmen Lucenqui Pasalodos. Nació en Badajoz el 29 de septiembre de 1891 en su domicilio de la calle Menacho nº 14. Falleció en Badajoz el 27 de enero de 1974 en su domicilio a los 82 años.
4.3.2. Laura Lucenqui Pasalodos. Nació en Badajoz el 2 de diciembre de 1892 en su domicilio de la calle Menacho nº 14. Falleció en Badajoz el 1 de noviembre de 1974 a los 81 años. El profesor Pedro Montero me indica que Laura fue profesora de caligrafía en la Escuela de Magisterio de la avenida de Colón cuando se  inauguró en 1959.
4.3.3. Valeriano Lucenqui Pasalodos. Nació en Badajoz el 17 de noviembre de 1897. Tuvo su último domicilio en la calle Vasco Núñez nº 6. Falleció en Badajoz el 17 de febrero de 1976 a los 78 años. Fue militar como su abuelo, llegando a ser capitán de infantería del Regimiento nº 16. En 1922 se le concedió la cruz de primera clase al mérito militar con distintivo rojo por los servicios prestados y méritos contraídos en las operaciones en que intervino desde el 4 de febrero hasta finales de octubre de 1920. En 1930 era profesor de la Fundación Extremeña de Enseñanza de Badajoz, que estuvo en la entonces calle Tomás Romero de Castilla nº 10, hoy calle San Blas.
4.3.4. Consuelo Lucenqui Pasalodos. Nació en Badajoz y falleció a los 15 meses en la plaza de la Soledad nº 4.
5. Manuel María Leocadio Luscinqui (sic) Martínez. Nació en Badajoz el 9 de diciembre de 1812 y se bautizó al día siguiente en la parroquia del Sagrario de la catedral.
6. Fernando Andrés Lucenqui Martínez. Nació en Badajoz el 31 de mayo de 1814 y se bautizó el primero de junio siguiente en la parroquia del Sagrario de la catedral. Falleció en Badajoz en 1830.

Firma de Antonio Lucenqui.

Desconozco la formación artística de Antonio Lucenqui, quien pintaba tanto en lienzo como en fresco. Aunque se deduce, por su discreta calidad, que no debió ser con un maestro reconocido, al igual que en la escultura. Ya se aprecia en el boceto de Santiago apóstol que veremos ahora que no era muy bueno tampoco en el dibujo. Es probable que fuera un pintor autodidacta que iba aprendiendo a medida que viajaba como militar por varios países de Europa. Precisamente en Badajoz tenía al alcance de la mano los modelos de Luis de Morales, Antonio Palomino, Antonio Monreal, Pedro Atanasio Bocanegra, Juan de Arellano, la familia de los Mures, los Estrada, etc. En mi humilde opinión, trataba de imitar al pintor sevillano afincado en Badajoz Alonso de Mures que, a su vez, imitó a Murillo. A pesar de ello, y quizá por falta de buenos profesionales, se solicita la colaboración de Antonio Lucenqui como tasador de obras pictóricas, como he documentado ya en sus últimos años de vida. Tasó por 1.048 reales unos cuadros en la partición de bienes del difunto labrador, granjero y poderoso comerciante catalán afincado en Badajoz Miguel Carbonell. En ellos figuraban: la Virgen de la Concepción, la Divina Pastora, el beato catalán de la orden trinitaria Miguel de los Santos, la vida de Alfonso III (puede que se trate del valenciano Alfonso III, rey de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona), el Cristo de los Afligidos, san Isidro Labrador, santo Domingo y Ntra. Sra. de Carrión (supongo que era la patrona de Alburquerque, Badajoz). 

Su primera obra documentada en Badajoz la realiza para el cabildo catedralicio. Fue un cuadro de san Juan Bautista, hoy en el claustro, al año de casarse. La firmaba en grandes letras, quizá para publicitarse, como: Antonio Luschinsqui Pintor en Badajoz año 1804, por el que se le pagaron 1.500 reales. Estas obras demuestran la decadencia de la pintura en la capital pacense en este siglo.

Nuevas obras documentadas:


1. Nueva imagen del apóstol Santiago para la Hermandad del Santo Entierro entre 1815 y 1816.

Sustituía a otra anterior, del siglo XVIII, ya desaparecida. El contrato se firma el 9 de agosto de 1815: «Obligación con Antonio Lusenqui para la construcción del santo apóstol. Fray Juan Rastrollo, don José López Martínez y don José Antonio Rodríguez, mayordomo y regidores de la Hermandad del Apóstol Santiago y Nuestra Señora de las Lágrimas de esta ciudad, [confiesan] haber tratado y ajustado con el maestro de escultor y pintor Antonio Lucenqui, de la misma vecindad, una efigie del mismo santo apóstol montado a caballo, según el diseño que ha presentado debiendo tener de alto siete cuartas, [casi 1.50 metros] obligándose a darlo concluido del todo para el primer día de mayo del año próximo venidero de 1816 en la cantidad de cuatro mil reales de vellón, pagados en tres plazos iguales: el primero, al firmarse esta obligación para la compra de maderas y demás necesario para dar principio a la obra; el segundo, después que se halle concluido el santo en madera; y el tercero y último, después de hallarse concluido del todo. En Badajoz, a día 9 de agosto de 1815».

El 5 de septiembre, los miembros de la comisión creada al efecto, firmaban una serie de condiciones «para el ajuste de la fábrica de una imagen del señor Santiago, patrono de ella, desde luego se han verificado con los términos siguientes con don Antonio Lusenqui, maestro de escultor, y de esta vecindad:

• En la primera condición se obliga dicho Lusenqui a construir un santo y caballo de bulto [de talla] y cuerpos enteros, sin tener ninguna pieza de cajón [hueca], y de siete cuartas de alto.
• En la segunda, que luego que el santo y caballo estén concluidos en madera blanca [sin policromar], ha de ser reconocida esta obra por la hermandad, que estando conforme, ha de concluirla.
•Y en la tercera, que el valor de la obra eran cuatro mil reales, en que fue ajustada por los comisionados, siendo la paga en tres plazos: el primero ahora adelantado; el segundo verificado el reconocimiento; y el tercero en el acto de la entrega. Lo que oído por los diputados presentes, se conformaron con el ajuste hecho por los comisionados y lo aprobaron en toda forma».



En el boceto se aprecian algunas correcciones posteriores: en la bandera, que se haría más pequeña y recta, en la caída del mantolín del santo, que sería eliminada en la parte de la espalda. Esta imagen se conservaba hasta hace varias décadas en el baptisterio de la iglesia de Santa María la Real (San Agustín) y lamentablemente fue vendida a un anticuario para hacer diversas reparaciones en la parroquia. Es una lástima, pues sería la única obra documentada de talla que se conservaría de él como escultor, y de la que podríamos hacer un juicio de su habilidad con la gubia. El pasado año 2016 se cumplieron 200 años de su estreno.


2. Talla y pintura del túmulo para las honras y exequias de la reina Isabel María Francisca (sic) en la Catedral de Badajoz en 1819.


No figura copia del boceto. El contrato se firmaba el 15 de enero de 1819 entre el «maestro pintor» Antonio Lucenqui, Juan Cabrera de la Rocha, caballero de la Orden de Santiago, y Roque San Martín, regidores perpetuos y comisarios de la obra. El túmulo se construiría para las funciones que se iban a celebrar por el alma de la reina María Isabel de Braganza, consorte de Fernando VII, que falleció el 26 de diciembre de 1818. Se haría «con la ostentación y magnificencia que corresponde a la real persona, todo con arreglo al diseño o planta que se ha levantado para dicho fin y se halla rubricado y firmado por el presente escribano, obligándome a ejecutarlo, guardando las dimensiones que están detalladas en la escala puesta en él; así en las matronas [sic], escudos de armas, leones, banderas, dándole la tela para ellas y demás que está demostrado en cada una de sus partes, dándoles el lugar y colocación que pide cada una de las piezas, conforme a las reglas de arquitectura, pintando además, el sóculo [zócalo] y otras partes que lo pidan. Cuya obra la he de dar acabada y concluida por el día cuatro del próximo uno de febrero, a toda satisfacción. Y por ella y materiales que he de poner de mi cuenta, se me han de satisfacer 4.000 reales en tres plazos. El primero, en este día de la fecha, de 1.500 reales; el segundo a los diez días siguientes, de 1.000; y el tercero al concluirse, de otros 1.500, sin que por ello haya falta alguna».


Para sufragar los gastos de estas honras y funerales de la reina se arrendaba el 3 de febrero de 1819 un terreno en el «Novillero de la Isla Baldía», lugar situado dentro del término municipal de la ciudad de Badajoz, junto a la cercana localidad de Talavera la Real, a los labradores Pablo Crespo y Felipe Cahonedo.



Retrato de Isabel de Braganza por Vicente López. Museo del Prado, Madrid. Fuente: Wikipedia.

3. Dos pinturas para el nuevo retablo de la extinguida Hermandad de las Ánimas del Purgatorio o de San Nicolás de Tolentino en 1820.

El retablo sustituyó al primitivo de madera, destruido en un incendio provocado por los soldados franceses en la Guerra de la Independencia. Está situado en la capilla de la familia Rocha, que fue propiedad del capitán Sancho Sánchez de la Rocha Ulloa, alcalde mayor del Consistorio de Badajoz en el siglo XVII, fabricada al lado de la epístola. 

Estaba junto a otra de las capillas más importantes, la llamada del Santo Cristo de Burgos (de gran tradición en conventos agustinos), hoy del baptisterio, bajo el coro. Su devoción ha sido y es la más extendida por toda España e Hispanoamérica, debido sobre todo al desempeño de los agustinos y al de muchos fieles que dejaron atrás su tierra para emigrar al Nuevo Mundo. El Santo Cristo de Burgos (también llamado Cristo de San Agustín, por proceder de un convento agustino), es una imagen del siglo XIV, que se venera en su capilla de la catedral de Burgos. Su iconografía se distingue por los faldones que le cubren las piernas, siendo uno de los más conocidos el de Sevilla, cuya cofradía fue fundada a finales del siglo XVI. Hasta ahora no teníamos conocimiento de que existió uno en Badajoz, los primeros datos que conozco son del 9 de noviembre de 1695, procedente del testamento de doña Isabel de Tobar. En este documento nos citaba: «mando se dé para el servicio de la capilla del SANTO CRISTO DE BURGOS  y su altar, que está en el convento de Ntro. Padre San Agustín, unos manteles a elección de mis albaceas». En 1715 aparecen más datos procedente del testamento de Catalina Hernández (viuda de Miguel Sánchez), que pide ser enterrada en el convento de San Agustín, «JUNTO A LA CAPILLA DEL SANTO CRISTO DE BURGOS». El 20 de octubre de 1765, se menciona «la capilla de Santo Cristo de Burgos, que pertenece a los mayorazgos de don Juan de Morales y Guzmán, regidor perpetuo de Badajoz y su mujer María Catalina de Tobar». 

En 1773 el mencionado Juan de Morales y Guzmán, «capitán de las antiguas milicias de la dotación de esta plaza», hijo de José de Morales y Guzmán (capitán de caballos) y doña Catalina Chapín Grajera realizaba un poder para testar, pidiendo ser sepultado de noche en su capilla del Santo Cristo de Burgos en el convento de San Agustín de Badajoz. El 2 de mayo de 1687 don Francisco de Chaves Sotomayor (hermano del general de artillería don Nuño Antonio de Chaves y Figueroa) en su testamento pide ser sepultado en la capilla del Sagrario del convento de  San Agustín. En este documento se cita que era poseedor  de esta capilla, además de la del Santo Cristo, por ser poseedor de la mitad del mayorazgo que fundó Francisco Freile de Andrade. El 27 de noviembre de 1735, su hijo, don Francisco de Chaves Sotomayor (fraile del convento de San Agustín) en su testamento citaba: «Y es mi voluntad que mi cuerpo sea sepultado en el convento de Ntro. Sr. San Agustín, EN MI CAPILLA DEL SANTÍSIMO CRISTO, QUE ESTÁ BAJO EL CORO DE DICHO CONVENTO, y si hubiere algún inconveniente, en la capilla de Ntra. Sra. de Gracia, sin otra alguna mortaja, y si ha Hermandad de San Pedro quisiera poner a mi cuerpo la casulla y demás vestidos sacerdotales como acostumbran, lo ejecuten, pero siempre con el hábito de San Agustín». 

Modelo del Cristo de la Catedral de Burgos. Foto: Lahornacina.com.

Este retablo de la capilla de las Ánimas es de estilo neoclásico, de fábrica de ladrillo pintado en gris, blanco y dorado, y de influencia portuguesa, recientemente restaurado. Tiene un solo cuerpo sobre un banco, tres calles con cuatro columnas de fuste liso y capiteles corintios dorados. Las dos columnas más exteriores están rematadas por los característicos «flameros» portugueses. El ático tiene forma piramidal y está rematado por una cruz celta, dentro del ático hay una hornacina con una pequeña imagen de bulto de san Nicolás de Tolentino. Dentro de la hornacina central del cuerpo se encuentra una escultura de bulto moderna del abrazo místico de san Francisco a Jesucristo. La autoría de las pinturas aparece en un libro de acuerdos fechado el 16 de enero de 1820 que dice:

Últimamente, [se ha] propuesto por el actual mayordomo el pintar los dos cuadros laterales del altar de nuestro glorioso patrón san Nicolás de Tolentino, según se había pensado hacer anteriormente. Dijo tenía ajustado con el pintor Antonio Lucenqui el todo de la obra en 240 reales que se le había de dar, a razón de 30 reales mensuales; cuya cómoda proporción aceptó la junta, deseosa de contribuir al mayor lustre, adorno y brillantez de la capilla del citado patrono, autorizando como lo hizo al mayordomo para que cuide que en [los] expresados cuadros se pinte al lado del evangelio al patriarca señor san José y al de la epístola [a] san Cayetano, uno y otro [de] cuerpo entero. Estas dos efigies se deliberó fuesen hechas a pluralidad de votos.         



Se acordaban las siguientes condiciones para el nuevo retablo. Se haría de acuerdo al plano presentado, blanqueando la bóveda desde los azulejos hasta el techo. La ventana se «rasgaría» y se abriría un hueco pequeño que había en los azulejos del pie del altar. Por este altar se habían acordado pagar a su autor 3.800 reales, aunque en un principio se había tasado en 4.000. Se haría el pago de los 3.800 en tres plazos, el primero al comienzo de la obra, el segundo a fin del próximo julio y el tercer y último, al finalizar la obra en agosto. Si antes de terminar el último plazo su autor necesitase algún anticipo por cuenta de la última partida, se le pagaría por el mayordomo. Como se estipulaba en el contrato, la obra de pintura se terminó en ese mismo año de 1820, como figura en la pintura de san José: «José Calderón y Gómez, mayordomo que fue en el año 1820».




  


Obras atribuibles:
San Antonio de Padua con el Niño Jesús. Real monasterio de Santa Ana de Badajoz (C.a. 1820).
En una de las salas museísticas que no suele estar accesible a las visitas del público, se conserva un cuadro pintado al óleo que representa al santo con el Niño Jesús en brazos. De discreta calidad, se puede atribuir con facilidad al pintor polaco o su círculo. El rostro del santo resulta correcto, aunque sus manos están poco definidas. La cara del Niño Jesús es poco agraciada; sus sandalias son muy parecidas a las que Antonio Lucenqui realizó en el san José que vimos del retablo de la parroquia de Santa María la Real (San Agustín). Diversos detalles, como las manos, y forma de las orejas, parecen indicar el mismo autor. Podría datarse sobre 1820, aunque puede estar fechado y firmado en el reverso.



Urna de la Hermandad del Santo Entierro de Badajoz (1815-1893).
Aunque la hermandad no posee documentación alguna referente a su autor, podría adjudicar este trabajo, con las debidas reservas, a Antonio Lucenqui. Aunque también podría ser obra de un tallista y militar pacense llamado Antonio Fadrique, «granadero con grado de sargento de las Milicias Urbanas de la antigua dotación de Badajoz», que tuvo su taller en la cercana calle Arias Montano. Otro de los artistas de la época, más tardío, fue el pintor y carpintero badajocense Diego Florindo Orozco, que trabajó en varias ocasiones para la Cofradía de San José. Me inclino más por Antonio Lucenqui, que ya había trabajado para esta hermandad como hemos visto antes con la imagen de Santiago apóstol. No es posible la teoría que se mantenía de que esta urna fue realizada por Casa Artes de Badajoz en 1909. En este año los fundadores de este taller, Flores y Benítez, eran unos niños de corta edad. En 1845 aparece un escrito citando que en 1815 se había perdido el libro de acuerdos donde figuraban las limosnas para hacer la urna, aunque no aclara si ya se había comenzado en 1815. Se tenía noticia de varios hermanos «jubilados», que no pagaban cuotas, como era Juan Robles, que había donado 500 reales para hacer esta urna. Si se comenzó a hacer en 1845 no podría ser obra de Antonio Lucenqui, pues ya había fallecido. Una urna de madera dorada con cristales ya es mencionada en el periódico local «La Lid Católica» del 13 de abril de 1893:

El viernes tocó a Santa María la Real hacer la procesión del Santo Entierro, más solemne que ninguna otra por tener cierto carácter oficial y asistir el prelado, el Tribunal Eclesiástico, el ayuntamiento y las autoridades superiores civil y militar, con representación de los diferentes cuerpos que guarnecen la plaza, piquete de tropa y dos bandas de música, por lo menos. Después del Descendimiento, cuya ceremonia se ha suprimido este año con excelente acuerdo, aunque sin omitir el sermón, el cuerpo del Señor es colocado en un sepulcro de madera dorada y cristales, que se halla en buen estado de conservación y decencia, y sale precedido de varios estandartes de otras tantas cofradías.


La urna está tallada en su mayor parte en madera de cedro sobredorada y es de estilo ecléctico; presenta detalles clasicistas en la parte superior, con líneas rectas y formas muy simétricas, como la palillería, además de la cornisa dentada. Sin embargo, la parte inferior muestra un estilo modernista, como elementos vegetales y guirnaldas de flores, sobre un fondo de malla, más propia ya de finales del siglo XIX, quizá fruto de una remodelación posterior. Está decorada en las cuatro caras por cartelas con símbolos de la Pasión. En las cuatro esquinas de la parte central figuran cuatro ángeles de madera de cedro policromada y dorada de buena factura, con las manos unidas en oración, muy repintados. Otros cuatro más pequeños de inferior calidad y barro cocido figuran en la parte superior, restaurados hace pocos años. Sobre la cornisa dentada figuran en las cuatro caras pequeñas ánforas de madera dorada, rematadas por una flor del mismo material. Las ventanas, dos de ellas tienen apertura, están decoradas en las esquinas con flores. La urna conserva los cristales originales con las características ondulaciones e imperfecciones. Esta urna está siendo sometida a un proceso de restauración desde comienzos del año 2017. Se han eliminado repintes, reintegrado nuevas zonas con pan de oro, se le ha hecho un tratamiento contra la carcoma y se está eliminado los repintes de los cuatro ángeles de mayor tamaño.


Notas:

(1) Algunos autores, poco documentados, hacen referencia a un pintor polaco llamado Rafael Luschinscky, que en realidad nunca existió. Lo confunden con el badajocense Rafael Luschinscky Martínez, hijo de Antonio, que luego cambió su apellido por Lucenqui, como hizo su padre.
(2) Después de la primera partición de Polonia en 1772, y hasta 1918, la ciudad (llamada Kolomea hasta 1867) formó parte de los territorios de los Habsburgo (Imperio austriaco), más tarde llamados Imperio Austrohúngaro. Tras la Primera Guerra Mundial, el territorio fue disputado entre la Segunda República Polaca y la Unión Soviética, siendo asignado el territorio a la primera por la Paz de Riga de 1921. Fuente: Wikipedia.


Fuentes: 
Archivos Eclesiásticos de Mérida-Badajoz, Archivo Histórico Provincial de Badajoz.